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martes, 11 de septiembre de 2012

Se nos ha roto el stay



El sábado 1 de septiembre se nos rompió el stay.

Estuvimos navegando, un barco amigo y yo, como salvajillos, con un viento NW, un tanto rolón hacia N y variable, que a ratos soplaba a unos humildes 6 Kn, como de repente subía hasta 10, mantenido, con unas rachas de hasta 12, con lo que andaba a ratos recogiendo un poco de génova o soltándolo todo, o rizando la mayor y soltando, con velocidades entre los 3,5-4 Kn en los momentos flojos y haciendo 5-6 kn en los momentos más fuertes...

Disfrutando de verdad. Además, estaba la mar entre rizada y marejadilla, pero sobre una mar de fondo relativamente pequeña, así que se podía navegar muy bien. Hacíamos bordos sin parar, jugando como chiquillos al que te cojo, al otro o a un perseguido imaginario...

A veces me parecía que el stay estaba un poco más curvado que de costumbre, pero el viento a veces era durillo...

Se acercaban las dos del mediodía. Ese día era la "bajada" en Lekeitio: el inicio de las fiestas, con el desfile de gente disfrazada para llegar a la plaza y empezar las fiestas, con la bajada de Antero.

Así que me despedí de mi amigo y volví a puerto, pues no quería ir tarde a comer.

Pasé Amandarri a vela, y delante de las boyas exteriores del puerto, empecé a recoger vela.

El enrollador iba duro, y no acertaba a ver porqué. Pensé que habría alguna vuelta mordida en el tambor, me pasa mucho. Tiré un poco y libró y se enrolló aunque con un "tacto" un poco raro...

Recogí la mayor, puse defensas y me fui a mi amarre.
Cuando estaba amarrado, abrí el stopper de la driza del génova, para aflojar la tensión de ésté, y me sorprendió que salió un buen cacho, como medio metro, velozmente. Normalmente eso no pasaba... Iba a pasar a proa y entonces me di cuenta y me sorprendió que los obenques iban flojos.

Entonces miré arriba, y descubrí el pastel: el enrollador entero colgaba de la driza y por la punta del enrollador asomaba lo que antes fue un cable, como si fuera una escoba de las viejas despeluchadas... ¡¡Ostras!!


 Así de despeluchado quedó el cable por arriba.
Lo blanco es un cabito que le até para que no se perdiera dentro.
Al enrollador le falta el tope superior, que se lo quité 
para mirar cómo estaba el cable por dentro.

En ese momento, me sonó el teléfono. Mi amigo, el de siempre, mi ángel de la guarda, el que siempre está en los buenos y menos buenos momentos, me informó que tenía algo raro en el enrollador o en el palo. Le dije que sí, que lo había visto. "¿Y el palo?".

Buena pregunta. En un aparejo fraccionado de crucetas retrasadas, son los obenques, altos y bajos, los que evitan que el palo caiga para adelante. Puedes soltar totalmente el backstay, y no caerá. Pero sólo el stay de proa evita que el palo caiga para atrás. ¡¡Glup!!

A no ser que... Con el uso del spi, había cogido la costumbre de llevar la driza del spi sujeta en el balcón de proa, con el fin de poder colocarla en el puño de driza del spi (pues suelo subirlo desde la amura que esté a sotavento). Esa driza era la que estaba sujetando el palo (esta tensa tensa) y había evitado su caída.

¡¡Santa costumbre!! Que por supuesto, seguiré manteniendo...

Lo demás,  no tiene mucha historia. Acepté la ayuda de mi amigo para bajar del todo el enrollador, desengancharlo y asegurar el palo también con la driza del génova por si acaso, y sujetar el enrollador sobre la cubierta.

Con lo que tanto el como yo, llegamos tarde a comer... Lo de este hombre es la leche y de agradecer...

El motivo de la rotura, lo achaco a años de uso, y probablemente a que el enrollador, al girar, actuaba sobre el tensor del stay, apretándolo o aflojándolo aleatoriamente. De hecho, la parte que unía el tensor a la cubierta, estaba totalmente suelta.

Me dio un poco de remordimientos pensar que abuso un poco del Hooper y de esos días durillos... aunque creo que no hago el loco (otra cosa será lo que piensen otros de mí). Con razones, mi amigo calmó mi ánimo diciendo que si un barco así no estaba diseñado para aguantar 10 o 15 kn de viento, era un delito, que aguanta eso y más... Así debe ser. Probablemente, los años y la fatiga de los materiales no pase en balde.

En breve estará arreglado, espero. Todavía me gustaría navegar un poco más a vela antes de que llegue el invierno... Por supuesto con la driza del spi sujeta en el balcón de proa...

lunes, 10 de septiembre de 2012

Paro de motor. Momento apurado y lección a futuro.



Viernes 31 de agosto, por la tarde.

Tenía ganas de navegar. Me acerqué a la "Tala", rompeolas de Amandarri, a ver la mar.

La barra estaba un poco dura, con unas olas de mar de fondo de metro, más o menos. Pero estaba montada sobre una cierta marejadilla, lo que las hacía un poco pendientes.

Tenía ganas, y cierto mono, y decidí salir.

Con todas las medidas de seguridad de rigor (chaleco automático, etc) y con la mayor rizada.

Pasé la barra razonablemente bien. Fuera no había nadie, salvo algún profesional (pescadores).

La verdad es que el aspecto de la mar era un tanto desordenada, montada sobre una mar de fondo de metro y poco, pero con marías más altas, además de un componente de marejadilla, que hacía las olas bastante rápidas.

De hecho, una ola que chocó con la aleta llegó a mojarme, reventada contra el casco (mojarme, que no entrar dentro...).

El viento era sostenido, entre 8 y 10 Kn NW, por lo que llevé la mayor rizada y medio génova.

La verdad es que cuando uno empieza en esto, parece que ir rizado es como ir frenando, un poco acojonado, y no es así. Ni tiene sentido salir rizado "por si acaso" con una brisilla, ni tiene sentido mantener todo el trapo arriba cuando te juegas una orzada en cualquier momento o el barco lleva una escora excesiva. La realidad es que en muchas ocasiones, cuando estás en esas condiciones (pasado de trapo), rizar no hace que vayas más despacio, sino más cómodo y seguro. Puede que incluso puedas ir más rápido...

El Hooper, aunque se puede mantener, con 10 Kn de viento mantenidos empieza a pedir reducir trapo. Mejor hacerle caso. Con la mayor que tengo, con una cierta barriga, si la rizas consigues una vela plana total, y la diferencia se nota. Si además recoges algo el génova, se gana en comodidad.

Estuve navegando con comodidad, e intentan desentrañar cómo se maneja la embarcación con esas olas más bien cortas y altas (alguna lo fue mucho).

Más tarde el viento cayó, y abrí todo el aparejo.

Con ese viento, con buena mar habría pasado la barra a vela (aunque siempre el FB encendido, por si acaso, como muy bien me recomendó un buen amigo, el que luego se dirá), pero tal y como estaba, no era cuestión de que me quedara desventado, cruzado o...

Así que a la altura de la punta N de la isla, éncendí motor, recogí génova, arrié la mayor, y me dispuse a entrar. La ola estaba un poco bestia. Acojonaba un poquito, aunque la verdad, me sigo fiando del Hooper.

El motor arrancó sin novedad (este año está yendo como un campeón, solventados los problemas que tuve con la boya del carburador) y avanzaba seguro, con las olas por la popa, que me lanzaban muchas veces bien por encima de los 6 kn. De repente, pasados unos minutos, se paró... ¡¡Vaya momento!! A unos 150 metros al Norte de Amandarri y con ese berenjenal...

Comprobé el "hombre al agua". Volví a cebar y tirar del arranque como un poseso. Nada.

Pensé en fondear, pero donde estaba la  mayoría del fondo es muy rocoso, y tampoco me apetecía enganchar un ancla tipo arado, con cadena, en una roca y quedar allí proa a la mar recibiendo guantazos.

Pues nada, lo que había descartado desde el principio, hacerlo. Subí la mayor muy rápidamente y sin miramientos, aprovechando que estaba medio aproado, aunque no pude completar la izada, pues perdí el aproamiento, así que la ricé y así la dejé. Abrí el génova.

Tenía poca velocidad y la mar me sacudía, pero iba con el viento (N-NW y más bien flojo) por la aleta... Intenté ganar velocidad dando popa al viento y a orejas de burro (donde estaba ni pensar en aproar para buscar un través), pero con el viento también venía la ola por la aleta, así que sufrí y aguanté un poco, para subir a una velocidad de más de 3 kn y volví a poner a la aleta. El problema era que en estos momentos el canal para pasar no es demasiado ancho, pues si te aproximas mucho a la isla, hay bajíos de arena, y si te arrimas mucho a Amandarri, corría el riesgo de quedarme demasiado cerca del fondo rocoso que tiene al N (muy sucio) y de la rotura de las olas. Y cuando la barra está así, te parece aún más estrecho de lo que es...

Imagen del puerto de Lekeitio. La barra se forma entre Amandarri y la isla
Si hacéis clic en la imagen, veréis un mapa del puerto.

Pasé Amandarri bastante bien, pero luego está el problema de que la configuración del puerto y las casas, con estos rangos de vientos desventan un poquito, y la ola entraba, pero bueno, ya estaba dentro. Sin mucha velocidad, pero dentro. Lo peor pasado.

Si dijera que no pasé miedo y preocupación, mentiría. Pero lo hice lo mejor que pude, y acerté. O salió bien.

Aproveché el momento para dar otro par de sacudidas al motor. Nada. Terminé de levantar la mayor, pues pensaba que tendría que entrar al puerto a vela.

Ya no me preocupaba mucho, allí dentro tenía ayuda, y en el peor de los casos, podría fondear (en arena) o atarme a una de las boyas exteriores, aunque prefería entrar a puerto. Pues no hubo forma.

Para entrar al puerto, tenía que ceñir simplemente. No hacía más que mirar la ikurriña que está en la punta del espigón de Er (que llamamos Tinglado). A ratos ondeaba alegremente y a ratos se caía de repente. Y siempre caía cuando iba a cruzar su punta, y me quedaba sin maniobra y al garete. Dando la popa al viento, podía conseguir un nudo y algo, al menos para poder maniobrar e intentarlo de nuevo... Cuatro veces lo intenté y no había forma (o estaba muy nervioso y fallaba yo).

Me acordé de lo que leí en un libro: "Para poder navegar a vela, es crucial ganar velocidad".

En la punta del Tinglado estaban dos amigos. Uno me preguntó si necesitaría remolque. Le dije que igual sí. Fue el hombre (que parece mi ángel de la Guarda, siempre aparece en los momentos en que necesito ayuda) a por un bote de remos para darme remolque. Donde estaba no merecía la pena mover su barco.

Justo veía que se acercaba cuando en un último intento, volví a cebar y el motor arrancó. Y ya no se volvió a parar.

Y entonces vi la causa. ¡¡Estaba el tubo de la gasolina pillado con la tapa de un tambucho, precisamente en el que hago descansar mis 90 kg para patronear a motor!! Como llevaba un rato de pie, el tubo había recuperado su forma y la gasolina pudo pasar mal que bien y permitió cebar y arrancar

Como me dijo mi amigo: "La próxima no se te va a olvidar mirarlo..."

Así habrá que tomarlo...